Aver, sé que vivimos en una sociedad donde se nos ha metido a fuego la idea de que poder con todo es lo deseable, lo admirable, casi como un superpoder. Desde pequeños nos enseñan que ser productivos, eficientes y capaces de hacer malabares con todo es lo que nos convierte en personas fuertes. Pero, ¿sabes qué? Poder con todo no solo es una ilusión, sino que también es una trampa. Y te lo dice alguien que durante mucho tiempo creyó que podía con todo… hasta que me ahogué en mi propia exigencia.
En el terreno laboral, lo aceptaba todo. Más responsabilidades, más retos, más proyectos. Al principio, esa sensación de ser capaz de poder con todo me llenaba de ilusión. Me sentía motivada, poderosa, casi invencible. Cada vez que alguien me pedía algo más, yo respondía con un "claro que sí". Porque podía, ¿no?
Lo veía como un desafío constante, una forma de demostrarme a mí misma y a los demás de lo que era capaz.
Pero, ¿sabes lo que pasó?
En algún punto, el entusiasmo se fue. Me perdí en esa carrera de productividad y me convertí en alguien que solo servía para cumplir. Dejé que me valoraran por lo que hacía, no por quien era. No habían sido ellos, había sido yo, quien había creado aquel escenario. Cuando me di cuenta volver atrás era difícil, aunque no imposible pero lo peor de todo es que en el proceso, me olvidé de mí, de mi familia, de mis amigos, de mis aficiones… y de lo que realmente me hacía feliz. Había dejado de hacer un millón de cosas que realmente sí me hacían ser yo, me hacían feliz, tenían un impacto positivo en mi para tener el super poder de "puedo con todo"
Este ciclo es peligroso, porque cuanto más haces, más se te exige. Y como ya has demostrado que puedes, te siguen cargando con más responsabilidades. Se vuelve una espiral sin fin. Y ahí es donde empiezan las verdaderas consecuencias de creerte que puedes con todo. El cuerpo, la mente, el corazón, todo empieza a dar señales de que algo no va bien. Pero seguimos, porque tenemos grabada la idea de que fallar no es una opción, que "poder con todo" es lo que se espera de nosotros.
Y esto no solo me pasó a mí. Veo este patrón repetirse en consulta una y otra vez. Te voy a contar el caso de una paciente (sin mencionar su nombre, por supuesto). Ella no tenía problemas en el trabajo, pero sí en su vida personal. Era la típica amiga que siempre estaba disponible, la que resolvía los problemas de todos. Si alguien necesitaba un favor, ahí estaba. Si alguien quería quedar, aunque ya tuviera planes, los cambiaba. Porque, claro, podía con todo. ¿El resultado? Pues ya te lo imaginas: agotamiento físico y emocional, ansiedad, y una sensación de que su vida ya no le pertenecía. Todo giraba en torno a los demás, y ella quedaba al final de su lista de prioridades.
Entonces, ¿vale la pena "poder con todo"? La respuesta es un rotundo no.
La cuestión es que este ciclo lo creamos nosotros mismos. Somos responsables de nuestra realidad. Si mostramos al mundo que podemos con todo, lo más probable es que nos pidan aún más. En cambio, si establecemos límites y dejamos claro que no podemos con todo, la gente ajustará sus expectativas. Esto no nos hace mejores o peores, pero sí puede conducirnos a una vida más feliz. Aquí está la trampa, en nuestra creencia, en nuestra vara de medir, si hago más me valorarán más. Olvidamos que no se trata de hacer más. Sino de ser, de ser nosstros, sacar nuestra esencia, pulir nuestro diamante, no el de la sociedad. ¡El nuestro propio! Todos tenemos capacidades únicas y talentos especiales, todos somos infinitamente valiosos.
Si cambiamos la forma en que nos tratamos y nos priorizamos, es solo cuestión de tiempo que nuestro entorno y la manera en que nos tratan también cambie. Al valorar nuestro bienestar y poner límites, enviamos un mensaje claro: estamos aquí para cuidarnos, para ser. Este cambio no solo mejora nuestra vida, sino que también influye en cómo nos perciben los demás. La clave está en tomar conciencia de nuestra responsabilidad y actuar en consecuencia.
¿Qué hay detrás de la necesidad de poder con todo?
Detrás de esta necesidad de poder con todo, a menudo se esconden otras creencias o miedos más profundos. Creemos que, si no lo hacemos, seremos menos valiosos, nos juzgarán o incluso fracasaremos en alguna área de nuestra vida. Pero, ¿realmente es así? Para empezar a desmontar esta creencia y salir de la espiral, es importante hacerse algunas preguntas clave:
¿Qué estoy tratando de demostrar? ¿A mí mismo/a? ¿A los demás? ¿Siento que mi valor depende de lo que logro o produzco?
¿Qué me da miedo que pase si digo "no"? ¿Temo que me dejen de valorar? ¿Que me consideren menos capaz? ¿O quizás tengo miedo de perder oportunidades si no acepto todo lo que se me presenta?
¿Qué me estoy perdiendo al querer cumplir con todo? ¿Estoy sacrificando mi bienestar, mis relaciones, mi tiempo libre? ¿Cuáles son las cosas que realmente me hacen feliz y que estoy dejando de lado?
Estas preguntas te ayudan a identificar lo que realmente hay detrás de esa necesidad de abarcarlo todo. Quizás es un miedo a no ser suficiente, a fallar, a no ser reconocido/a, o simplemente una costumbre arraigada que nunca cuestionamos. Sea cual sea la razón, lo importante es empezar a observarte, ser honesto/a contigo mismo/a y reconocer si estás empujando tus límites por razones que realmente no te están beneficiando.
Una vez identificado el problema, ¿qué podemos hacer para cuidarnos?
Aquí está la realidad: cuando poder con todo significa que dejas de cuidarte, que te abandonas a ti mismo/a, no puedes con todo. Y no deberías querer poder con todo. Esta creencia de que somos más valiosos cuanto más hacemos es dañina y, además, no es verdad. Tu valor no está en lo que produces, está en quién eres, en cómo te sientes contigo mismo/a y con los demás.
Y ahora, ¿qué hacemos con esto? Porque sí, es necesario hacer algo. No puedes seguir esperando a que la vida te dé una pausa por sí sola. Tienes que tomar las riendas y empezar a cambiar esta dinámica.
Aquí van algunas cosas que puedes empezar a hacer ya mismo para cuidarte y salir de esta espiral:
1. Recuerda que no eres un robot. Puede parecer obvio, pero es que a veces actuamos como si lo fuéramos. Tienes límites, necesitas descanso, y no puedes estar a todo ni a todas horas.
2. Haz solo lo justo y necesario. Y cuando te pidan más, aprende a decir que no. Sé que no es fácil, pero poner límites es fundamental. Decir que no no te hace menos capaz, te hace más sabio/a.
3. Prioriza tu salud mental y tu descanso. Si tienes que elegir entre quedarte trabajando un poco más o irte a descansar, elige descansar. No te preocupes, el mundo no se va a caer porque te tomes un respiro.
4. Sé amable contigo mismo/a. No seas tu peor crítico. No te castigues por no llegar a todo. Recuerda que no tienes que ser perfecto/a. Date un poco de cariño, lo necesitas.
Aquí viene la parte importante: tu verdadera esencia
Si hay algo que quiero que te lleves de todo esto, es que tu valor no depende de lo que haces, sino de quién eres. De tu autenticidad. Es ahí donde reside tu verdadera esencia, en ser tú mismo/a. No en intentar cumplir con todo o en llevar una capa de superhéroe. La verdadera fortaleza está en reconocer tus límites, en cuidarte, en priorizar lo que realmente te importa. Porque ser tú mismo/a es lo que te hace único/a. Es lo que te da valor.
No tienes que demostrar nada a nadie. No eres más valioso/a por cuántas cosas logres, ni por cuántas veces digas "sí" a todo. Tu esencia está en cómo vives, en cómo te cuidas, y en cómo te relacionas contigo mismo/a y con los demás. Así que, deja de exigirte tanto, confía en que ser tú mismo/a es suficiente, y valora lo que realmente importa: tu bienestar y tu felicidad.
Es hora de tirar esa capa de Superman o Superwoman a la basura. No tienes que salvar el mundo ni demostrar nada a nadie. Te mereces vivir, disfrutar y tener tiempo y energía para ti y para las personas que realmente importan en tu vida.
Así que, ¡fuera esa capa, coño! No necesitas ser un héroe, necesitas ser humano. Y, sobre todo, necesitas empezar a cuidarte de verdad. Espero que te haya sido de gran ayuda. Si es así, ¡compártelo para poder ayudar a más personas! Comenta abajo qué te ha parecido, y si lo prefieres, puedes escribirme por privado para cualquier duda o consulta personal; estaré encantada de ayudar.
Anabel Valero
Añadir comentario
Comentarios